Anécdotas y Recuerdos de la Vida de mi Padre,
Prof. Román Medina Rojas
por Bertha E. Medina de Boehm
(3) Retorno a la Normalidad y la Paz de 1919 a 1924
Poco a poco fueron reconstruyendo y adquiriendo lo necesario para levantarse nuevamente, mi papá se iba al campo con mi abuelo y le ayudaba en el cultivo de sus terrenos, a veces regresaba con tanta leña sobre los hombros que su tía Higinia les dijo un día a sus papás que no lo dejaran cargar tanto pues temía que se quedara chaparrito.
De esa época se acordaba de una vez que estaba construyendo una barda de piedra con su papá y éste le pidió que sostuviera una roca grande mientras él colocaba otra para hacer una especie de puerta, resultó que mi papá no pudo con el peso y gritó "ya no puedo", entonces su papá le dijo "sueltala a las tres, una, dos, tres" y él también soltó la piedra que tenía en sus manos, de modo que las dos piedras se encontraron sobre la cabeza de mi papá, con gran estruendo pero sin hacerle daño alguno. Así aprendió a hacer sercas, cortar leña, sembrar la tierra y raspar magueyes, esto último le gustaba mucho y pronto pudo irse solo a raspar. Se levantaba antes de las cuatro de la mañana y acompañado de sus perros se iba a los terrenos que tenían cerca de Sn. Pedro, por donde pasa ahora la carretera a Oaxtepec, disfrutaba del cielo estrellado, de la claridad en noches de luna llena y algunas veces de las estrellas fugaces que más tarde supo eran meteoritos y sentía mucha satisfacción cuando regresaba con su cuero lleno de aguamiel y encontraba otros campesinos que apenas iban a raspar, sentía que les había ganado.
También le pasaron cosas desagradables, como cuando una vivora de cascabel mordió a uno de sus perros que siempre lo acompañaba, lo cargó hasta su casa para curarlo, pero murió inchado y enmedio de fuertes dolores, lo llevó a uno de sus campos y allá lo enterró, le puso una cruz de varas y le llevaba flores. En otra ocación que regresaba de juntar leña, de pronto vió una luz cegadora y al mismo tiempo un trueno ensordecedor, pensó que estaba muerto y empezó a tentarse, comenzó a oler quemado y vió a unos cuantos metros de él, un árbol carbonizado y tajado en dos, entonces comprendió que se había escapado de un relámpago que calló en seco, pues no estaba lloviendo.
Un día que estaba trabajando la tierra, vió una vivora de cascabel enroscada alrededor de un maguey y le empezó a tirar piedritas, la vivora no se movía y el seguía cubriendola de piedras, de repente olló el cascabel, sintió un viento pasarle sobre la cabeza y alcanzó a ver la cola de la serpiente que desapareció entre las piedras de una serca que estaba a sus espaldas, o le falló el tino a la serpiente o intencionalmente lo ignoró, sea como haya sido, le pegó el susto de su vida.
Le encantaba ir al monte por leña, ocote, hongos , etc. Mencionaba el Chichinautzin y el Cuauhtzin y platicaba que en éste último si no mal recuerdo, había enontrado un paraje tan árido que la tierra estaba agrietada como laberinto, siendo algunas grietas tan anchas y profundas que no sería posible saltarlas y si alguien cayera en una de ellas no podría salir sin ayuda.
También le gustaba explorar con algún amigo las cuevas del Teuhtli y recordaba la primer vez que anduvo por ahí en tiempos de la Revolución, cuando él y su familia tuvieron que abandonar el pueblo para refugiarse en la ciudad, eso fué por 1916, tendría entonces ocho años.
La familia empezó a crecer con la llegada de mi tío Pedro y después otra hermanita. A los catorce años, al fín pudo ir a la escuela, como ya sabía leer, escribir y contar lo pusieron en segundo grado y a los dos meses lo pasaron a tercero. Le encantaba la escuela y estudiaba con avidez sin dejar de ayudarle a su papá en el campo, muy temprano se iba a raspar, llegaba a desayunar, a lavarse y luego se iba a clases. No le gustaban las vacaciones escolares, pues era cuando más duro trabajaba en el campo. Su hermana Agustina además de ayudarle a su mamá con el quehacer y los pequeños, también iba a la escuela. Cuando su hermanita Benita tenía dos años se enfermó y murió llenando de tristeza a toda la familia.
Los años de escuela se le fueron sin sentir, sacaba buenas calificaciones y sus maestros lo querían bien, al fín terminó su primaria en cuatro años y el director de la escuela le dijo que si quería seguir estudiando, el le podía conseguir una beca. Felíz fué a darles "la buena noticia" a sus papás y una vez más, a ellos no les pareció tan buena la noticia. Mi abuelo fué a hablar con el director para decirle que no tenía dinero para mandarlo a estudiar y que además lo necesitaba en el campo, era el mayor y su otro hijo apenas tenía 5 años, quien le seguiría ayudando? El director le habló sobre la beca y le dijo que su hijo era muy inteligente y que sería una lástima que se quedara de campesino, que tenía la capacidad de llegar lejos. A mi abuelo eso de la beca no lo convencía, sabía que su hijo era listo, pero tanto? Al fin dijo que no. Esta vez mi papá no quitó el dedo del renglón y le rogaba de día y de noche diciendole "Papá, por favor dejeme ir, sólo deme para el pasaje, yo trabajaré allá para sostenerme" hasta que al fin lo convenció y le sacó el sí. El día que mi papá oyó "bueno pues si tanto quieres a ver como conseguimos algo de dinero para el pasaje", platicaba mi abuelita que mi papá saltaba de gusto que casi tocaba el techo.
Mi papá quería estudiar ingeniería civil, pero cuando el director trató de conseguir la beca, ya no había para la universidad, en la Normal aún estaban dando becas y así se lo hizo saber a mi papá que sin pensarlo dos veces dijo, no importa en donde, lo principal es estudiar. Pero como había tanto interesado, había que concursar para conseguirlas, así que el director se puso de inmediato a prepararlo para el concurso. Mi abuelito vendió dos magueyes para comprarle ropa y el pasaje y lo llevó con sus parientes de la ciudad. Con dolor de corazón lo dejó y en el fondo a de haber deseado que no ganara la beca que en el pueblo se decía era el pretexto del gobierno para quitarles a los hijos.
Llegó el día del concurso, los separaron en grupos de ocho y para cada grupo había una beca. De como ganó la beca merece un capítulo aparte, demasiado largo para ser incluido en éste relato. Así empezó a estudiar, la beca cubría el internado y todos sus gastos personales , así que mi abuelito como se lo habían prometido mi papá y el director, desde ese momento ya no tuvo que gastar en él.