Anécdotas y Recuerdos de la Vida de mi Padre,
Prof. Román Medina Rojas
por Bertha E. Medina de Boehm
(4) Su Vida de Estudiante de 1924 a 1938
Los seis años en la Normal le dejaron los mejores recuerdos de su juventud, a pesar de las privaciones que pasaba, pues sólamente el primer año pudo vivir en el internado que fué cerrado a finales del mismo. Después recibía la beca en efectivo y él era responsable de administrarla, rentaba una pieza en alguna pension o casa particular, la beca le alcanzaba apenas para todos sus gastos. Casi siempre compartía la habitación con uno o dos estudiantes más y así ahorrar un poco. Para no tener que comprar libros se pasaba las tardes en la Biblioteca Nacional y muchas veces se llevaba una penca de plátanos y era todo lo que comía ese día. Al correr del tiempo el bibliotecario ya lo conocía y lo saludaba muy amable, un día le dijo "usted va a hacer algo en la vida, porque toma el estudio muy en serio" y en efecto así era, más de una vez se tuvo que cambiar de casa porque no podía estudiar o dormir cuando sus compañeros platicaban o jugaban cartas hasta altas horas de la noche. El tenía que mantener su promedio alto para no perder la beca, la que conservó hasta terminar la carrera. Cuando se veía apurado de dinero acudía a su tía o su prima Teodora que vendían verduras en La Merced y siempre lo sacaban de apuros, pero procuraba no pedirles ayuda muy seguido.
De vez en cuando iba a Milpa Alta a visitar a su familia que ya contaba con una niña más, mi tía Angelina. Mi tío Pedro que era niño cuando mi papá se fué a estudiar, me platica que sus papás al fín de cuentas estaban contentos de tener un hijo estudiante.
En aquel tiempo no había carretera hasta Milpa Alta, la gente tenía que bajar hasta Tecómitl por agua pues en Milpa Alta no había manantial, algunos la acarreaban con burros o caballos, otros a pie. Para ir a la ciudad tenían que bajar más, hasta Tulyehualco a donde llegaban camiones y en Sn Juan también se podían tomar canoas que navegaban hasta la ciudad de México por los canales de Xochimilco hasta entroncar con el canal de La Viga. Más tarde pusieron camiones de carga que llevaban mercancía y también algunos pasajeros de Tulyehualco a Milpa Alta. El camino era de terracería. En 1932 aprox. nació mi tío Alfredo y con él se completó la familia.
Sus compañeros de la Normal, le pusieron de cariño "El Cocol" pan típico de Milpa Alta. Uno de ellos hizo alusión al apodo en un acróstico que le compuso con motivo de su cumpleaños en 1974. En cuanto se recibió de maestro a fines de 1930, se inscribió en la Preparatoria, pues aún ser ingeniero era su meta. En 1932, ya siendo estudiante en la preparatoria, conoció a mi mamá que había llegado 10 años antes de Guadalajara, cuando decidieron casarse dos años después, las dos familias pusieron el grito en el cielo, pues como es bien sabido, en aquel tiempo la gente de ciudad miraba despectivamente a la gente de campo y ésta a su vez sentía aversión y desconfianza hacia los de la ciudad. Además mis abuelos ya tenían escogida a la jovencita que les gustaba para nuera, naturalmente de Milpa Alta. A pesar de todo, el amor venció y las bodas se celebraron cuando todos se convencieron de que no quedaba otra. Al andar del tiempo las dos familias se amigaron, se visitaban y mis abuelos se decían compadres.
De 5 niños que tuvieron mis papás, yo fuí la única que se logró, los primeros fueron mellizos prematuros, niño y niña que fallecieron a las horas de haber nacido, al año siguiente nacieron dos niñas, también gemelitas y les sucedió lo mismo que a los anteriores. Al fín con ayuda de un tratamiento, llegué yo sin problemas en 1937 y el hielo entre las dos familias empezó a derretirse. Conmigo no sólo aumentó la alegría, sino también los gastos . Mi papá había cambiado de carrera, pues por razones de trabajo no le era posible cumplir con los proyectos de campo que requiere la carrera de ingeniero, así que se pasó a Economía, pensando que iba a ser más compatible con sus necesidades pero los gastos que yo causaba, lo obligaron a dejar los estudios y a trabajar dos turnos, así con dos carreras truncadas, terminaron sus sueños de estudiante. Las cosas mejoraron cuando mi mamá lo convenció de que la dejara volver a su trabajo de secretaria.