Böhm-Chronik
Relato de Nuestro Quinto Viaje a Silesia
(Alemania hasta 1945, Polonia desde entonces)
Julio 2006
Escrito por Bertha Medina de Boehm
Nuestro Quinto Viaje a Silesia en julio de 2006
El lunes 17 de Julio de 2006 a las 2pm, llegamos a la casa de nuestro hijo mayor Alexander en Pfaffenhofen, Bavaria (Alemania), él y su esposa Eva ya nos estaban esperando y nos recibieron con mucha alegría. En esta ocasión rentamos desde el aeropuerto de Munich un Peugeot 407 Diesel, por lo que no fué necesario que fueran por nosotros como en ocasiones anteriores. Escogimos coche grande, porque Eva y Alexander nos acompañaron en el recorrido de una semana que hicimos por la Rep. Checa, Polonia y Alemania.
El martes 18 fué cumpleaños de mi cuñado Herbert, nos invitó a comer en un restaurante campestre, las mesas al aire libre y muchas areas verdes para el solás de los niños. Estuvimos muy contentos, además de nosotros estuvieron sus dos hijos con sus familias completas, Eva y Alexander, una señora y un matrimonio amigos de Herbert y Elsbeth. Eramos 18 personas y un perro, todos pasamos una tarde muy amena, saboreando las delicias de la cocina bávara y los chicos de edad y de corazón hasta football jugaron, entre ellos Alexander y Herbert.
El miércoles 19 nos dedicamos a preparar lo del viaje, fuimos al banco, nos compramos sandalias y algo de ropa, yo un impermeable, pues estaba segura de que iba a llover como siempre que hemos ido a Europa. Por la tarde Eva y Alexander asaron carne y comimos en la terraza, admirando los campos de lúpulo que es de lo que viven los campesinos de esta región.
El jueves 20 antes de las 8 de la mañana, salimos rumbo a la Rep. Checa, las primeras cuatro horas manejó Alexander. Como siempre mi pasaporte mexicano nos detuvo un rato al cruzar la frontera (más formalidades), los europeos pasan casi sin detenerse. Como a las 12 nos paramos a tomar gasolina, estirar las piernas, etc. y Guenter tomó el volante. Alrededor de las cinco llegamos a Hradec Kralove (antes Königgrätz en alemán), el hotel que supuestamente es uno de los mejores de la ciudad, no tiene aire acondicionado, por lo que las habitaciones parecían saunas. Después de descansar un poco, decidimos caminar al centro de la ciudad y comer en un restaurante de los que se encuentran en una de esas placitas medioevales tan románticas que conocimos hace dos años. El restaurante se llama "El Caballero" y la decoración concuerda con el nombre, incluyendo caballeros medioevales con sus armaduras de acero.
Guenter salió de ahí con su caballero (30 cm. de altura) para decorar su sala de genealogía. De regreso dimos un corto paseo por las orillas del río Elba, hacía mucho calor, llegamos a abrir lo más que pudimos las ventanas, pero como no hacía viento de nada nos valió, por fortuna llevaba yo mi abanico que nunca me había servido tanto.
Viernes 21 de julio, después del desayuno nos dirigimos a Rodov, lugar de origen de los Beheim de Schwarzwaldau (Silesia ), por eso el hijo y nieto de los que salieron (antes de 1333) de este lugar se hacía llamar Sigismund Beheim de Schwarzewalde y Rodov. En Rodov cerca de Jeromer, visitamos la iglesita de la Fam. Rodovsky, pero no pudimos entrar, como lo hicimos el año pasado (a ésta familia se supone pertenecieron los antepasados de los Beheim de Silesia). De aquí seguimos rumbo a Silesia en Polonia, unos 20 Km. antes de cruzar la frontera, nos detuvimos a admirar el Maciso de Adersbach, formación rocosa que dejaron los glaciares que cubrían la zona en tiempos prehistóricos. Desgraciadamente no llevabamos suficiente tiempo para tomar uno de los tours que se internan entre los gigantescos peñazcos en donde dicen hay cuevas, barrancas y lagunas muy pitorescas, a pesar de eso lo que vimos fué imponente.
Cruzamos la frontera con la consabida demora que ocasiona mi pasaporte mexicano y 5 Km. después llegamos a
Friedland , lugar de nacimiento de Guenter, al estacionarnos en la plazuela nos sorprendieron dos policias que se le parapetaron a Alexander en la portezuela del coche y no lo dejaban salir, bajó el vidrio para preguntar que pasaba y como sólo hablaban polaco no entendíamos cual era el problema. Como mandada del cielo llegó una señorita bien vestida, preguntandonos "Friedland?, Friedland?" a lo que Guenter se apresuró a contestar "Sí yo nací aquí en Friedland", entonces cruzó unas palabras con los policias que se retiraron inmediatamente y a nosotros nos dió a entender a señas que la siguieramos y no nos quedó otra cosa que obedecer, sin saber aún que estaba pasando. Llegamos al Ayuntamiento que está a unos pasos del estacionamiento y nos llevó al tercer piso. La sala de recepciones en donde nos agasajaron en 2001 cuando fuimos con un grupo de 40 personas oriundas de éste lugar, estaba arreglada para un festejo que aún no empezaba y los pocos que se encontraban en ella eran alemanes, por ellos nos enteramos de que se trataba de un encuentro de delegados de las 8 poblaciones que se llaman o se llamaron Friedland en Alemania, Polonia, Rep. Checa y Russia oviamente nosotros no estabamos invitados. Aclarada la confusión nos despedimos y sin poder encontrar a la damita que nos había salvado de la infracción nos retiramos. Salimos del estacionamiento y más tarde nos enteramos que habíamos entrado en sentido contrario, esa fué la razón del enojo de los policias. Con esos percances comenzó nuestra estancia en Polonia que afortunadamente siguió sin problemas y con un tiempo esplendoroso.
Después de visitar a las dos conocidas, exvecinas de Guenter que aún viven ahí por haberse casado con polacos, seguimos nuestro camino a Bad Salzbrunn y nos instalamos en la "Pensión Wanda" en donde también estuvimos hace tres años, la dueña nos preparó una deliciosa cena, tras la cual nos sentamos un rato en el jardín y charlamos con otros huéspedes alemanes que también estaban disfrutando del frescor de la noche.
El sábado 22 fuimos por la mañana a
Schwarzwaldau en donde está la ruina de un castillo feudal que estuvo administrado por los Beheim que llegaron de Rodov en el siglo XIV. Primero visitamos al padre católico que está escribiendo una crónica del lugar y le obsequiamos una imagen de la Virgen de Guadalupe que le habíamos prometido desde el año pasado, él por su parte nos regaló un platoncito y un crucifijo de porcelana. De ahí nos fuimos al bosque cercano que esconde en su ceno las ruinas citadas, de las cuales ya sólo queda una parte de la torre. Solamente Guenter y Alexander pudieron llegar al bosque, pues el puentecito sobre el río Lässig ya no existe, así que lo cruzaron brincando por unas rocas que sobresalen del agua. En aquel tiempo este riachuelo marcaba los límites entre Silesia y Bohemia y era lo que los Beheim tenían que vigilar por encomienda del rey de Bohemia. Después pasamos por los terrenos que fueron de los antepasados Böhm más cercanos y por el rancho de uno de los bisabuelos de Guenter que aún está en muy buenas condiciones, así como la taberna del otro bisabuelo que ahora está convertida en casa de departamentos, también las cocheras las hicieron departamentos y el salón de baile es bodega.
Por la tarde mientras nosotros ibamos a recoger unos libros a la casa de nuestro amigo Andreas que es geneálogo, Eva y Alexander recorrieron los parques del castillo de Fürstenstein y quedamos de vernos a las 5 pm en la entrada del mismo para comer en uno de los restaurantes que ahí se encuentran. Después de disfrutar los deliciosos platillos típicos, todavía tuvimos tiempo de visitar las casitas museo de los tejedores en donde compramos un mantel para Irmgard pues nos invitó a su boda el 29 de julio en Paderborn.
Además compramos otras cosas más pequeñas. De mediados del siglo XIX a principios del sigloXX, de aquí salían hilados y tejidos de fibras naturales hacia todo el mundo.
Domingo 23. Los nuevos dueños del
Palacio de Tannhausen que fué del tío bisabuelo de Guenter de 1889 a 1945 nos invitaron a comer, nos acompañaron Andreas y su esposa, amigos que nos sirven de interpretes, pues ahí sólo hablan polaco, como siempre nos recibieron con regalos y flores. Antes de comer nos dieron un recorrido por los salones que están restaurando y en los que tenían una exhibición de muñecos y otros objetos japoneses. También fuimos al sótano en donde tienen unas vitrinas con minerales y unos calabozos con objetos encontrados en el lugar durante la restauración, entre otras cosas, artefactos de tortura de cuando ese sótano se utilizó como prisión, además papeles y objetos del tiempo de Hitler quien utilizó el palacio como oficinas de diferentes organizaciones, ésto último sucedió cuando los parientes de Guenter aún eran dueños del lugar, sin que ellos pudieran impedirlo, al fin de la guerra (1945) los comunistas les expropiaron el conjunto de edificios que yo comparo con las antiguas haciendas en México.
El interés de los nuevos dueños es que les consigamos
fotografías y objetos del lugar de cuando vivían los familiares de Guenter en él para poder restaurar lo más apegado a lo que fué antes de la decadencia y destrucción, afortunadamente Guenter encontró por medio del internet a los decendientes del único hijo de su tío bisabuelo que se salvó de la catástrofe por haber emigrado al sudoeste de Africa (hoy Namibia) que entonces era colonia alemana y allá se quedó. Lo poco que tienen tal vez sea de utilidad en la restauración del palacio. Está planeada para 2008 una reunion de la familia Leda (nuevos deños del palacio) y las familias Böhm de Namibia, Estados Unidos y de Alemania. Ojalá para entonces la restauración del palacios esté si no terminada si en las etapas finales.
Más tarde, fuimos con la Sra. Piatek a cenar a un restaurante tipo ecuestre. Ella y su esposo que desafortunadamente falleció hace 9 meses, fueron los historiadores de la producción hullera y cronistas locales que le ayudaron mucho a Guenter con documentos e información sobre sus antepasados que estuvieron muy ligados a la industria del carbón en ése lugar.
Lunes 24. Después del desayuno, salimos rumbo al Monasterio de Leubus en donde había una
exposición de fotografías de lápidas antiguas (del siglo XV al XVII) con la esperanza de encontrar más pistas de los Beheim o Behem, estuvo interesante, pero no encontramos lo que deseabamos. De ahí fuimos a otras dos iglesias en busca de lo mismo, en una encontramos una
lápida con epitafio de un Behem del siglo XV
(valor del hallazgo aún por determinar), llegamos al
palacio Lomnitz en donde teníamos reservaciones para esa noche. Este palacio fué recuperado por la misma familia alemana que lo había perdido después de la guerra y lo están restaurando. Son dos palacios y una construcción más sencilla que eran las habitaciones de la servidumbre, ésta última y el palacio menor ya están funcionando como hotel y restaurante, todo muy bonito y elegante. El palacio principal que es más grande, aún no está terminado, pero ya hacen exhibiciones y programas culturales en la planta baja y parte del primer piso que es en donde viven los dueños que están al frente del negocio (matrimonio de mediana edad con tres niños).
Después de instalarnos bajamos a comer y a esperar a un amigo de Guenter que como él nació en Silesia pero que vive en la ciudad de Nueva York y casualmente andaba vacacionando con su hermano por el rumbo, ya habíamos terminado de comer cuando llegaron Dietmar y su hermano, nos sentamos en el jardín a charlar y a tomar una cerveza mientras Eva y Alexander se fueron a dar una vuelta por el parque, más tarde se nos unieron.
La estancia en este lugar es una agradable experiencia, digna de recomendarse. Las habitaciones decoradas con muy buen gusto al estilo de fines del siglo XIX, los baños estilo siglo XXI y el salón donde sirven el desayuno, precioso. Este que está incluido en el precio de la habitación, estilo buffet con abundancia de todo y todo exquisito. Lástima que sólo pasamos una noche en éste lugar. Pero lo tomaremos en cuenta en nuestros planes para dentro de un año.
Martes 25. Llegó la hora de decirle adiós a Silesia, después del desayuno salimos rumbo a Alemania. En la ciudad de Dresden, después de dejar a Eva y Alexander en la casa de unos amigos, nos hospedamos en el hotel Amadeus, cerca de la casa de Liselott prima de Guenter que ya había llamado preguntando por nosotros. Después de instalarnos y dejar el equipaje de Alex y Eva en su habitación, llamamos a Liselott que a los 10 minutos se presentó en el Lobby del hotel. Juntos pasamos una tarde muy agradable en un mirador de la Bastei maciso rocoso como el de la Rep. Checa, éste a orillas del río Elba, lo que aumenta su belleza. Después de comer en el camino de regreso a Dresden, la animada conversación nos hizo perder el camino y anduvimos por rumbos de la ciudad que ni Liselott conocía, al fín de casualidad dimos con el hotel a las 10 de la noche, dejamos ahí el coche y la acompañamos a su casa a pié.
Miércoles 26. Liselott llegó puntual al hotel, pues la habíamos invitado a desayunar, ahí le presentamos a Eva y a Alexander y después de un dilatado y ameno desayuno nos despedimos con la promesa de visitarla nuevamente el año entrante. Llegamos a Pfaffenhofen en la tarde, todavía me dió tiempo de poner dos lavadoras, pues al día siguiente había que volver a empacar, ésta vez sólo para tres días. Después de tender la ropa nos fuimos a comer al monasterio de Scheyern. Les hablamos a mis cuñados para invitarlos, ella no se sentía bien, así que sólo fué mi cuñado. Por segunda vez el servicio estuvo tán deficiente que antes de ordenar nos salimos y nos fuimos a comer a donde había festejado Herbert su cumpleaños y no nos arrepentimos, pues además de amables, cocinan muy sabroso.
Jueves 27. Después del desayuno, Guenter fué a ver a un señor que se interesa por genealogía y que vive ahí en Pfaffenhofen y yo fuí con Eva y Alex de compras. Como a las 2 de la tarde, Alexander, Guenter y yo, salimos rumbo a Ringheim a donde llegamos a eso de las cinco de la tarde. En ésta población vivimos de 1972 a 1976 y llevamos muy buena amistad con nuestros antiguos vecinos, a los que no habíamos visto desde hace cuatro años. Desgraciadamente el señor falleció hace ya casi tres años, pero la señora y sus hijos que fueron sólo para vernos, nos recibieron muy bien. Después de cenar, Juergen, que es de la edad de Alex y Simone, un año menor, acompañada su niñita de dos años se despidieron, Alexander fué a visitar a otro compañero de escuela y nosotros nos quedamos platicando con María (al fín después de treinta años nos hablamos de tu).
Viernes 28. María se fué muy temprano de fín de semana a Berlín y Simone llegó como a las 9 con su hijita Madelene y pan caliente para desayunar con nosotros, lo que hicimos con toda calma y después de dar una vuelta por nuestro antiguo vecindario, Guenter y yo salimos rumbo a Paderborn para asistir a la boda de Irmgard, parienta suya que encontró hace tres años por medio del internet. Alexander se quedó en Ringheim y le pidió prestada su bicicleta a María para pasarse el día recorriendo los lugares que le recuerdan su infancia, Juergen quedó de pasar por él en la tarde para pasar juntos el fín de semana y nosotros regresamos a recogerlo el domingo por la tarde.
Llegamos a Paderborn en la tarde y después de instalarnos en la pensión que Irmgard llenó con sus invitados, salimos a dar la vuelta y a buscar un restaurante. De pura casualidad encontramos a Irmgard y a su futuro esposo en la calle y nos llevaron a un club campestre tipo Chalet suizo con un parque muy grande, en donde ya estaban preparando una parrillada y ahí nos quedamos hasta el anochecer. Conocimos al papá de Irmgard y a su hermana que viven en Namibia, Africa y a otros familiares que aunque nacidos en Namibia, viven en Alemania, USA y Nigeria, todos decendientes del tio bisabuelo de Guenter que era dueño del palacio de Tannhausen y de los que Guenter pensaba ya nadie vivía. Resulta que dos de ellos, emigraron al sudoeste de Africa que en aquel tiempo era colonia alemana en 1925, más tarde la hermana regresó a Silesia y el hermano decidió quedarse y de él decienden todos los parientes de lo que hoy es Namibia.
Sábado 29 de Julio, 2006. Boda de Irmgard y Karsten. La ceremonia religiosa fué en una Casa de Oración Luterana, sencilla pero muy emotiva y el pastor aclaró que el donativo de ese día se mandaría a una institución de ayuda para niños desvalídos en Namibia. Después de la ceremonia hubo refrescos y galletas en una especie de atrio. Enseguida todos nos fuimos al club campestre en donde ya nos estaban esperando con café y pasteles deliciosos, ahí nos pasamos todo el día festejando. Después del pastel, la entrega de regalos, luego las fotos en el parque del club, enseguida la quiebra de platos, la novia tuvo que barrer los tepalcates y al fín otra parrillada acompañada de muchas ensaladas y postres, bebidas para niños y adultos en abundancia. Los niños andaban tán entretenidos en el tanque de arena, columpios etc. que ni se notaban.
Los parientes de Namibia acogieron bién a Guenter quien les platicó del palacio de Tannhausen y los lugares de sus antepasados que ninguno de ellos conoce y los animó a ir sólos o con nosotros. Demostraron interes y por su parte le entregaron a Guenter un paquete con fotos antiguas del palacio y la familia que vivió en el y más informacíón sobre sus antepasados. Ellos nos invitaron a visitarlos en Namibia y nosotros los invitamos a USA. Nos retiramos como a las once y fuimos de los primeros que se despidieron, pues estaba tan bonito que ni ganas de irse daban, las mesas del jardín llenas de velas y el baile en la cabaña invitaban a quedarse. Algunos lo hicieron hasta las cuatro de la mañana, hora en que los oimos regresar a la pensión.
Domingo 30. Después de desayunar y despedirnos de algunos familiares de Karsten, emprendimos el regreso a Ringheim para recoger a Alex y de ahí seguir a Pfaffenhofen. Juergen y Alexander ya nos estaban esperando en la casa de Maria, los invitamos a comer en el restaurante del minigolf en donde mis suegros acostumbraban tomar el café mientras los niños jugaban. Ahora lo tiene una familia griega que cocina a su estilo, todo muy sabroso y de pilón un licor de esos que tumban, como cortesía de la casa. Nos platicaron que por la mañana habían tomado un vuelo sobre la región en avioneta, a pesar de algunas turbulencias les gustó mucho. Llegamos a Pfaffenhofen como a las cinco y Eva ya nos estaba esperando con carne para asar y una ensalada.
Lunes 31. Por la mañana Guenter y yo fuimos a hacer las últimas compras y llamamos a Herbert para invitarlos a la cena de despedida al día siguiente. Elsbeth no estaba de humor para ir al salón de belleza, así que dijo que no podía ir y Yolanda que tenía un compromiso y tampoco podía ir tuvo la idea como buena mexicana que es, de improvisar la despedida esa misma tarde en su casa. Eva que ya tenía parte de la cena preparada no se incomodó y dijo que llevabamos lo que había hecho, así Yolanda no tendría tanto trabajo y Elsbeth no necesitó ir al salón de belleza. Rápido se resolvieron los problemas y todos disfrutamos de una despedida digna de recordar y sobró comida mexicano-alemana para los siguientes dos días. Comimos en el jardín, como lo hicimos cada día de nuestra estancia en Europa, pues nos tocó un tiempo precioso. No pude estrenar mi impermeable.
Martes 1 de Agosto. En la mañana Guenter y Herbert fueron con un conocido de éste último que tiene como hobby colección y estudio de escudos de armas de los siglos XVII y XVIII en Silesia, muy interesante según Guenter, allá se estuvieron toda la mañana. Yo me dediqué a terminar de empacar, pues ya las vacaciones estaban llegando a su fín. Por último los cuatro nos fuimos a cenar al Müllerbräu, restaurante del centro de Pfaffenhofen de buen renombre desde el tiempo en que vivimos en esta ciudad, ya hace 35 años. Yo pensé que ya no me cabía ni una pasa, pero se me despertó nuevamente el apetito cuando Eva dijo, ahora yo los invito a tomar un helado con los italianos. Así terminamos nuestro último día en Alemania sentados en la placita a las 8 de la noche, bajo un sol esplendoroso, saboreando sendos barquillos.
Miércoles 2. Aunque nuestro avión salía a las 12:40, salimos de la casa de nuestros hijos a las 9 de la mañana, para tener suficiente tiempo de entregar el coche con el que quedamos muy contentos, pues además de bonito y comfortable, muy económico. Aunque el hormiguero de inspectores vió las marcas de unas ramas y una piedra que acarició Guenter con la parte trasera del coche, no nos cobraron por daños. A las 10:15 terminamos con los trámites del coche y todavía tuvimos que esperar a que abrieran la ventanilla para entregar el equipaje y la documentación. Esta vez notamos las medidas de seguridad más tensas que el año pasado, después por las noticias supimos que en ésos días andaban tras las pistas de un grupo de terroristas que se habían propuesto activar bombas en aviones durante el vuelo sobre el Atlántico. Por fortuna creo que ya los tienen tras las rejas, pues Maeve e Ilona, esposa e hijita de nuestro hijo Oliver, regresarán de Irlanda el 25 de agosto. Llegamos a Syracuse con casi una hora de retraso y ya nos estaban esperando nuestro hijo menor Marcus y Fam., desde lejos oimos la vocesita de Kara llamandonos Oma! Opa! (Abuela, Abuelo) también a Nicholas le dió mucho gusto vernos.
Llegamos a la casa como a las 10 de la noche, a esa hora los niños todavía quisieron subir por sus regalos, no encontramos problemas sin resolver, en la casa todo estaba bien incluyendo mis plantas, gracias a que Marcus las regó todos los días y además nos sorprendieron con la nueva de que ya tienen su camper. A la gata la trajeron unos días después, enojada seguro de que la habíamos dejado tanto tiempo encargada. Conmigo ya hizo las pases, pero a Guenter no lo deja ni que se le arrime, le gruñe y hasta lo quiere atacar, ojalá que pronto se calme, pues ya tenemos más de dos semanas en la casa.
Relato de nuestro primer viaje a Silesia
Julio 2001
Relato de nuestro segundo viaje a Silesia
Octubre 2002
Relato de nuestro cuarto
viaje a Silesia
Septiembre 2005